El Janal Pixán, también conocido como la comida de las ánimas, es una de las tradiciones más profundas y simbólicas del pueblo maya. Cada año, las familias yucatecas preparan ofrendas especiales para recibir a las almas de sus seres queridos, quienes, según la creencia, regresan del más allá para convivir nuevamente con los vivos.
Esta celebración, que se lleva a cabo del 31 de octubre al 2 de noviembre, une el respeto ancestral por la muerte con la identidad cultural de Yucatán. A diferencia del Día de Muertos que se celebra en otras regiones del país, el Janal Pixán tiene elementos propios de la cosmovisión maya, donde la conexión con los antepasados se expresa a través de los sabores, colores y aromas del altar.
En 2025, los hogares yucatecos se preparan para recibir a las ánimas con altares llenos de ofrendas, mucbipollos, velas y flores silvestres, siguiendo un ritual que ha perdurado por generaciones. Este homenaje no solo honra a los difuntos, sino que también fortalece los lazos familiares y la herencia cultural del sureste mexicano.
El significado del Janal Pixán: una comida para las almas
El Janal Pixán es mucho más que una conmemoración: es un acto de amor y gratitud hacia quienes partieron. En lengua maya, Janal Pixán significa “la comida de las ánimas”, y representa el momento en que las familias preparan banquetes simbólicos para compartir con los espíritus de sus difuntos. Según la tradición, durante estos días las almas reciben permiso divino para regresar al mundo terrenal y visitar su antiguo hogar.
Cada día tiene un propósito especial. El 31 de octubre está dedicado a los niños (U Janal Palal), el 1 de noviembre a los adultos (U Janal Nucuch Uinicoob), y el 2 de noviembre, conocido como U Janal Pixanoob, se realiza una misa o ceremonia para honrar a todas las almas. Este último día simboliza el cierre del encuentro espiritual y la despedida hasta el próximo año.
Cómo se prepara un altar tradicional en Yucatán
El altar del Janal Pixán es el corazón de la celebración. Las familias suelen colocarlo debajo de los árboles del patio o cerca de las sepulturas, iluminado con velas de cera y decorado con ramas de ruda, flores silvestres y fotografías de los seres queridos. Sobre la mesa se colocan alimentos típicos de la temporada como:
- El mucbipollo o pib
- Atole nuevo
- Jícamas
- Mandarinas, naranjas y el tradicional xec, una mezcla de frutas con chile molido.
También se añaden dulces de papaya, coco y pepita, tamales de x’pelón, pan dulce, balché y jícaras de tan-chucuá, una bebida a base de cacao, maíz y anís.
El altar infantil se distingue por su colorido alegre. En el día dedicado a los niños, se utiliza un mantel bordado con tonos vivos, dulces, juguetes y flores como el xpujuc (amarillo silvestre) y el xtés (rojo intenso).
Ambos altares se colocan a más tardar antes del 31 de octubre y durante la noche del 1 al 2 de noviembre, los altares permanecen encendidos con velas para guiar a las almas, y al amanecer las familias comparten los alimentos en un ambiente de respeto y unión.
El bix: la despedida de las almas
Una semana después del Janal Pixán, se realiza el bix u “octava de los finados”, una ceremonia que marca el cierre de este ciclo espiritual. Esta celebración es una versión más sencilla de los días principales, pero conserva la esencia de la tradición: agradecer a las ánimas su visita y desearles un buen regreso al más allá.
Durante las noches del bix, las familias encienden hileras de velas en las puertas y albarradas para iluminar el camino de las almas que se retiran. Este gesto, cargado de simbolismo, representa la conexión eterna entre los vivos y los muertos, un vínculo que el pueblo maya mantiene vivo generación tras generación.