La tradición del Janal Pixan, conocida como la “comida de las ánimas”, es una de las celebraciones más emblemáticas de Yucatán, donde se honra a los difuntos con altares, velas, flores y el tradicional pib, un tamal horneado bajo tierra que simboliza la única comida que las ánimas pueden llevar consigo al inframundo. Esta festividad, que combina el homenaje familiar con la espiritualidad, permite que las familias se reúnan y compartan recuerdos de sus seres queridos que han partido.
Aunque el 2 de noviembre marca el momento principal de la ofrenda, la celebración no termina ahí. Existe un cierre menos conocido pero igual de importante: el ochavario y el biix, rituales que representan la despedida definitiva de las ánimas que regresaron al mundo de los vivos. Estas prácticas reflejan la continuidad de la cultura maya y la importancia de mantener viva la memoria de los antepasados.
En muchas comunidades, los rituales de despedida son acompañados de velas, rezos y la participación activa de los más pequeños, quienes aprenden de sus familiares cómo preparar y colocar las ofrendas, asegurando la preservación de estas tradiciones. La transmisión generacional del Janal Pixan es clave para mantener la riqueza cultural y espiritual de Yucatán.
El ochavario: despedida a ocho días de la ofrenda
Ocho días después de colocar los altares, se realiza el ochavario, un ritual que recuerda a la novenaria católica, donde las familias vuelven a reunir ofrendas y velas para despedir a las almas que vinieron a compartir la temporada de finados. La creencia popular sostiene que este es el momento en que los difuntos comprenden que ya no están en el mundo de los vivos, y la ceremonia busca guiarlos hacia el descanso final.
El ochavario se realiza en cada hogar, con la colocación de nuevas ofrendas y la participación de los familiares, quienes combinan rezos, música y comida para rendir homenaje. Esta práctica mantiene un vínculo simbólico con los difuntos y refuerza la importancia del respeto y la memoria hacia quienes partieron.
Biix: la despedida final de las ánimas
Además del ochavario, existe el biix, el momento en que las familias despiden a las ánimas definitivamente, aunque se cree que algunas permanecen acompañando a los vivos durante todo el mes. En varias localidades, el 30 de noviembre se celebra el biix-mes, iluminando con velas albarradas, muros y entradas para guiar a las almas de regreso al otro mundo.
Las velas utilizadas son las mismas de la temporada, blancas para los adultos y de colores para los niños, y deben permanecer encendidas toda la noche. Esta práctica asegura que el ritual sea completo y que la tradición se mantenga viva, transmitida de generación en generación, enseñando a los más jóvenes a respetar y honrar a los difuntos.
La importancia cultural del Janal Pixan
El Janal Pixan no solo es un homenaje a los difuntos, sino también una manifestación de la identidad y la herencia cultural de Yucatán. A través de estas prácticas, las comunidades mayas refuerzan valores como la memoria, la familia y la espiritualidad, preservando las creencias y tradiciones que definen la región.
Cada año, los altares, las ofrendas y los rituales de despedida recuerdan que los difuntos regresan por un breve tiempo, compartiendo la vida con los vivos. Esta tradición es un ejemplo del respeto y la devoción que caracteriza a la cultura yucateca, y demuestra cómo las prácticas ancestrales continúan siendo parte fundamental de la sociedad actual.