El escritor y promotor cultural Antonio María Calera-Grobet falleció el sábado 16 de agosto en Progreso, Yucatán, a los 51 años.
Calera-Grobet nació en 1974 y tuvo una extensa y destacada carrera en el universo de las letras: fue editor y colaborador en diarios de circulación nacional como Reforma, Milenio, Letras Libres y SinEmbargo.
Antonio Calera-Grobet publicó múltiples libros, entre los cuales se encuentran Gula, Sobras completas, Zopencos, Yendo y Sayonara.
Además de su carrera como escritor, Antonio Calera-Grobet es reconocido como promotor cultural; por ejemplo, en la Ciudad de México fundó la hostería "La Bota", en el cruce de San Jerónimo e Isabel la Católica, frente a la Universidad del Claustro de Sor Juana, en el Centro Histórico.
Apenas en 2024, rumbo al vigésimo aniversario de “La Bota”, declaró que el establecimiento no era sólo un restaurante, sino también un centro cultural que albergaba la editorial Mantarraya, fundada también por Calera-Grobet.
Antonio María Calera-Grobet y su esposa Melisa Arzate Amaro mantuvieron abierto el lugar y fueron cuidadosos en llamar “hostería” al establecimiento; no restaurante y tampoco bar.
También fue director del Museo de la Ciudad de México y de la Casa del Lago, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Otro de sus proyectos fue La Chula: Foro Móvil, una biblioteca rodante cuyo objetivo era difundir la literatura por todo el país.
Durante 12 años organizó el Festival Poesía por Primavera en el Centro Histórico, cita a la que acudieron los poetas más importantes del país.
Para Antonio Calera-Grobet, “el escritor no está obligado a tener ninguna participación social, entendemos que será su derecho y también su obligación para conectarse con su gente, escribir bien. En mi caso no puedo disociar el hecho de escribir de una actividad social. Esto no debe afectar la obra, ya no queremos más arte comprometido, panfletario, cargado de ideología, pero no veo por qué no pensar en una literatura de orden social donde el poeta también se va a desmembrar, a brindar a su entorno social, como una responsabilidad cívica”.
Antonio María Calera-Grobet invitó a quien le escuchó a detener el ritmo, a transgredir el orden establecido y a no andar en círculos, para encontrarnos en torno del fogón y compartir los alimentos, para volver al paraíso perdido.