La gastronomía es uno de los pilares más representativos del Janal Pixán, la festividad yucateca dedicada a honrar a las ánimas que regresan a convivir con sus seres queridos. En cada altar, la comida adquiere un valor simbólico, pues no solo alimenta al cuerpo, sino también a la memoria y al espíritu. Preparar los platillos tradicionales se convierte en un acto de amor, respeto y continuidad cultural.
En Yucatán, las familias elaboran recetas transmitidas de generación en generación, conservando el sabor y la técnica ancestral que define esta celebración. Desde el mucbilpollo, cocinado bajo tierra, hasta el xec de frutas frescas, cada platillo tiene un papel en la ofrenda y una historia que contar.
La tradición sostiene que las almas de los difuntos regresan del más allá para disfrutar de los aromas, colores y sabores de la comida que tanto amaron en vida. Por eso, las mesas se llenan de guisos, tamales y bebidas que evocan la unión familiar, el recuerdo y la identidad maya.
Mucbilpollo: el corazón del Janal Pixán
El mucbilpollo es el platillo más representativo del Janal Pixán. Este tamal gigante se prepara con masa de maíz y un relleno de carne de pollo, pavo o cerdo, sazonado con achiote, tomate, cebolla y epazote. Tradicionalmente se envuelve en hojas de plátano y se cocina bajo tierra, en un horno artesanal conocido como pib.
Receta fácil y rápida: mezcla masa de maíz con manteca y sal; prepara un guiso de carne con recado rojo; forra el molde con hojas de plátano, coloca una capa de masa, el relleno y otra capa de masa. Cubre con hojas, entierra en brasas y cocina por tres horas. El resultado es un tamal ahumado, tierno y lleno de sabor ancestral.
Este platillo simboliza la unión familiar, ya que su elaboración requiere la colaboración de varias personas. Cada año, las familias se reúnen para “pibear” juntos, compartiendo historias y manteniendo viva la tradición maya.
Tamales, vaporcitos y x’pelón: sabores que acompañan el altar
Junto al mucbilpollo, los tamales y vaporcitos son parte esencial de la ofrenda. Se elaboran con masa de maíz y se rellenan con carne de cerdo o pollo, bañados en salsas de tomate o recado. Representan la abundancia y el alimento compartido entre vivos y muertos.
Receta fácil y rápida: coloca masa con manteca sobre hojas de plátano, añade guiso de pollo con recado rojo, envuelve y cocina al vapor durante 45 minutos. Su textura suave y sabor casero los convierte en una ofrenda sencilla pero significativa.
El x’pelón, o frijol tierno, también tiene un lugar en la mesa. Se usa como acompañante o se mezcla en algunos tamales y guisos. Hervido con sal o cocinado con manteca, su sabor rústico recuerda las cosechas y el ciclo natural de la tierra, elemento esencial del Janal Pixán.
El xec y otros sabores del altar maya
El xec, una colorida ensalada de frutas, aporta frescura al altar. Se prepara con jícama, toronja, mandarina, naranja, limón y cilantro, representando el equilibrio entre lo dulce y lo ácido, la vida y la muerte. En muchos hogares, este plato se sirve como ofrenda para las almas jóvenes.
Receta fácil y rápida: corta las frutas en cubos pequeños, mezcla con jugo de limón, espolvorea sal y chile en polvo al gusto, y decora con hojas de cilantro fresco. Se sirve fría.
Además, en los altares suelen colocarse relleno negro, escabeche, frijol con puerco, pan dulce y atole, junto a frutas de temporada, mazorcas, calabazas y camotes. Cada alimento cumple una función simbólica: nutrir, recordar y celebrar la continuidad de la vida.