El Janal Pixán, una de las celebraciones más profundas y simbólicas del pueblo maya, está rodeado de rituales que honran la vida, la muerte y la conexión con los ancestros. Entre los elementos más importantes de esta festividad se encuentra el pib, también conocido como mucbipollo, un platillo tradicional que no solo alimenta el cuerpo, sino también el espíritu. Su elaboración sigue normas sagradas transmitidas por generaciones, y una de ellas prohíbe prepararlo bajo tierra si alguien ha fallecido en casa.
Esta creencia, aún vigente en muchas comunidades yucatecas, refleja el respeto con que los mayas conciben el tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Cocinar el pib en esas circunstancias podría alterar el descanso del alma del difunto, impidiendo su regreso en las próximas festividades del Janal Pixán. Por eso, los abuelos mayas aconsejan esperar un año antes de volver a enterrarlo.
Más allá de una simple superstición, esta tradición encierra una enseñanza ancestral: los alimentos, los rituales y la tierra misma están ligados a las energías espirituales. Preparar el pib implica rendir tributo a quienes partieron, y hacerlo en el momento adecuado garantiza la armonía entre ambos mundos.
El simbolismo del pib en el Janal Pixán
El pib o mucbipollo, preparado con masa de maíz, manteca, pollo o cerdo, y cocido en un horno subterráneo, es una metáfora del ciclo de la vida y la muerte. Enterrarlo simboliza el retorno a la tierra, donde lo que muere se transforma en sustento y renacimiento. Para los mayas, este acto representa una ofrenda a los espíritus que regresan durante el Janal Pixán para compartir la comida con sus familias.
Más que un simple guiso, el pib es una ceremonia en sí misma. Su preparación involucra a toda la familia, que colabora desde la molienda del maíz hasta la cocción bajo tierra. Cada paso tiene un propósito espiritual: honrar a los ancestros, agradecer las cosechas y fortalecer el lazo con la naturaleza. De ahí que cualquier alteración en este proceso sea vista como una falta de respeto hacia los difuntos.
¿Por qué no se debe preparar pib enterrado tras la muerte de un familiar?
De acuerdo con las creencias mayas, enterrar el pib después de una pérdida reciente puede dañar el descanso del alma del difunto. Se dice que el fuego del horno “quema el cuerpo y el espíritu”, impidiendo que el alma encuentre su camino de regreso al altar familiar en las próximas festividades. Por ello, se recomienda esperar al menos un año antes de volver a cocinarlo de esta manera.
Durante ese tiempo, las familias pueden preparar el platillo en horno tradicional o en cazuela, pero nunca enterrarlo. Los ancianos aseguran que, si se intenta hacerlo antes del tiempo indicado, el pib no se cocerá bien y tendrá mal sabor, un presagio que simboliza el desequilibrio entre la tierra y los espíritus. Esta creencia, aunque parece sencilla, guarda una profunda sabiduría sobre el respeto al duelo y la armonía espiritual.
¿Qué tras creencias alrededor del pib?
Además de la prohibición relacionada con la muerte reciente, existen otras reglas tradicionales que acompañan la preparación del pib. En algunas comunidades, por ejemplo, se afirma que debe usarse carne de gallina y no de gallo, pues su canto ahuyenta a las ánimas que llegan a visitar los altares. Esta práctica busca garantizar que los espíritus se sientan bienvenidos durante su visita anual.
También se dice que los hombres con manos frías, conocidos en maya como sis-k’ab, no deben tocar el pib ni participar en su enterramiento, ya que su contacto podría “enfriar” el fuego simbólico que lo cuece. Por eso, colocar el pib en el horno es un acto ritual que exige respeto, cuidado y una intención pura. En la cosmovisión maya, cada elemento —la tierra, el fuego y los alimentos— se une para mantener el equilibrio entre los vivos y los muertos.