En la lengua maya Janal Pixán significa “comida de las ánimas”; es la tradición de ofrecer comida y bebida para los seres queridos que han fallecido, con este acto de servicio se mantiene el vínculo entre vivos y muertos.
Se trata de una tradición ancestral que se adaptó a las creencias religiosas traídas por los conquistadores y que ha sobrevivido al paso del tiempo.
La tradición incluye varios ritos, pero el principal son los tres altares, cada uno consiste de una mesa que en ocasiones se coloca debajo de los árboles, con comida y frutas típicas de la temporada –que les gustaban a los difuntos– adornada con veladoras, flores y fotografías.
Janal Paalal, el 31 de octubre
El 31 de octubre es el Janal Paalal, la comida para las ánimas pequeñas, es decir, es un día dedicado a niñas y niños difuntos.
El altar es decorado con un mantel blanco bordado de muchos colores, se colocan dulces, juguetes, velas de colores y se adorna con flores de xpujuc (de tipo silvestre y de color amarillo), xtés en color rojo y virginias, entre otros elementos.
La ofrenda también incluye los juguetes que más le gustaran al infante que se recuerda.
Los elementos más importantes de los altares
Mesa, mantel, cruz verde -que representa el árbol de la vida (la ceiba)-, incienso el que guía a los difuntos con su luz y aroma hacia la comida, sal y agua que simbolizan la purificación. Un platillo que no puede faltar en esta celebración es el Mucbipollo o pib, tamal hecho de masa de harina de maíz y manteca, relleno de carne de pollo y condimentado con tomate y chile, envuelto en hoja de plátano, mismo que es cocido en hornos bajo tierra ubicados en los patios de las casas llamados muuk. Incluye también, frutas (jícamas, mandarinas, naranjas), dulces (de papaya, coco y pepita), tamales de x´pelon (tortas de masa y frijoles), balché (bebida embriagante) y jícaras de tan-chucuá (atole de masa de maíz, cacao, pimienta y anís).
Esta tradición se celebra durante tres días, ya que se cree que es durante este tiempo que las ánimas reciben el permiso para visitar a sus familiares, con el fin de saborear los platillos y cambiarse de ropa y calzado que les proveen los vivos.