CULTURA

Día Mundial del Folclore: la historia de la tradicional jarana yucateca

Históricamente, la jarana yucateca es producto del intenso intercambio comercial y cultural en los siglos XVII y XVIII; se ubica su parecido con la jota aragonesa y los bailes andaluces, pero el jolgorio trascendió el tiempo y se quedó en Yucatán, con un toque picante cuando se cantan las bombas

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La jarana yucateca ha trascendido el tiempo y las fronteras.Créditos: Gibrán Cab

La jarana yucateca es tal vez el baile típico mexicano más hipnotizante. No hay manera de resistirse al compás, la cadencia, los movimientos de las manos, la precisión y a su rítmico zapateado. 

La “jarana” provoca en el alma exactamente lo que significa: ruido, alboroto, bullicio, todo aquello, pues, relacionado con la fiesta.

Origen de la jarana

Junto al inicio de la exportación de productos y subproductos ganaderos, y el progreso social del mestizo, se generó una fusión de elementos étnicos que dieron como resultado el origen de nuevos sones mestizos que alcanzaban su gran apogeo a mediados del siglo XVIII.

La jarana se baila en posición muy erguida, por la solemnidad que representa.

Esta gran mezcla de etnicismos hizo que se adoptaran otras culturas musicales, lo que propició el origen de las vaquerías, una fiesta en la cual celebraban la hierra y el conteo de las colas del ganado en las haciendas y ranchos.

A las mujeres se les llamaba vaqueras debido a que usaban sombreros iguales a los de los vaqueros, por ende a la fiesta se le denominó vaquería. Después de la marca del ganado, las mujeres atendían a sus invitados, y al finalizar, bailaban viejos sones mayas influidos por la música española.

El bastonero formaba dos filas: una de hombres y otra de mujeres, y al hacer la señal con su pañuelo el baile se iniciaba. ¡Los habitantes de la hacienda estaban de fiesta, por lo que todas las actividades se suspendían mientras durara la vaquería!

Actualmente consta de tres celebraciones: se inicia con una misa, le sigue la corrida de toros y finaliza con el baile, con la jarana que permite que aflore el ingenio y alegría de quienes participan de los bailes.

En los siglos XVII y XVIII, criollos y españoles avecindados en la península decían con fastidio “ya empezó la jarana”, cuando escuchaban los primeros acordes de los instrumentos musicales, los gritos y las exclamaciones de las celebraciones populares. 

Por eso, la población nativa entendió que “jarana” era la música y los bailes durante sus fiestas, atribuyendo la voz a los sones y danzas regionales de Yucatán.

Eso en lo que se refiere al nombre, pero ¿y el baile?

De península a península

La jarana es el baile típico de Yucatán. Existen dos tipos: la jarana 6x8, zapateada, es la nieta de los aires andaluces e hija de los sones mestizos; y la jarana 3x4, surgida posteriormente, que es un vals con aire de jota aragonesa, de la cual deriva. Esta última en sus inicios era exclusivamente bailada, y con el paso del tiempo se fueron agregando textos hechos con rimas.

La jarana es un baile zapateado sin pasos fijos ni diferenciación entre el hombre y la mujer, y cada quien puede realizar sus propias creaciones de baile. Las posturas son erguidas debido a la solemnidad de las danzas aborígenes, pero en las partes valseadas realizan giros mientras levantan sus brazos en ángulo recto, como los bailadores de jota, chasqueando los dedos representando las castañuelas españolas. Dos golpes de timbal indican que el baile se ha iniciado.

Si al final de cada jarana quedan pocas parejas disputándose el primer lugar de resistencia, la euforia del pueblo se desboca en una animación hacia sus bailadoras favoritas a través de las galas, que consisten en ponerles varios sombreros en la cabeza, uno sobre otro, simbolizando la corona como premio.

Lo cierto es que la jarana yucateca, solo melódicamente hablando, como afirma el blog musicaenmexico.com.mx, es el resultado de la combinación de los “sonecitos” indígenas con los derivados de la música popular. 

Vestirse adecuadamente

Aunque en esencia no existe una ropa que estrictamente deba usarse, sí se estila el típico hipil yucateco, el terno de gala, zapatos blancos  y el rebozo de Santa María.

Trasciende el tiempo

Vale la pena reflexionar por qué tanto la música como el baile de la jarana yucateca, han sobrevivido hasta nuestros días con tanta fuerza y vitalidad.

Una de las explicaciones es que su ritmo es rápido y alegre y se escribe por lo general en tonalidad mayor, lo que lo hace muy atractivo para la vista y el oído.  A esto se suman las “bombas”, que son pequeñas rimas pícaras que se mencionan durante la ejecución de la música y el baile, como por ejemplo:

“Quisiera ser zapatito de tu diminuto pie, para ver de vez en cuando lo que el zapatito ve…”,  “la mujer del panadero está buscando un socio, porque dicen que el marido ya no le atiende el negocio”, “yo quisiera que las suegras se volvieran lagartijas, para que corran al monte y yo quedarme con sus hijas. ¡Bomba!”.

Dentro de este baile folclórico es común el uso de los almudes, se trata de los pequeños cajones que servían de medida para las semillas y cereales como frijol, arroz, cebada, entre otros, y que fueron traídos por los comerciantes árabes a la Península de Yucatán.

En la jarana yucateca, los mestizos, que es como se les llama a las mujeres y hombres que bailan, hacen varias suertes, en especial la de las charolas, que consiste en colocar sobre la cabeza una charola con botellas de cerveza y vasos, con el fin objetivo de conservar el equilibrio y no derramar una gota de líquido ni romper los vasos y envases.

Mantener en equilibrio una charola con vasos y botellas es uno de los momentos más vistosos de la jarana. (Foto: Gibrán Cab)

La música que acompaña a la jarana es tan variada como rica en historia. Con una orquesta compuesta por clarinetes, cornetines, trombones, güiro y timbales, la jarana cobra vida con un ritmo inconfundible que fusiona melodías europeas con la esencia milenaria de la música maya.

La jarana yucateca no solo es un baile y una forma musical, sino un símbolo de identidad cultural y un legado invaluable que continúa cautivando a generaciones, preservando así la rica herencia yucateca.

Muestra semanal de jarana

La jarana y la vaquería son dos tradiciones notorias del pueblo yucateco que van inevitablemente de la mano, por lo que resulta imposible imaginar cómo sería la una sin la otra.

Actualmente, se han coordinado eventos semanales en el Centro Histórico de Mérida en los que se muestran estas y otras tradiciones con la finalidad de rescatarlas debido a la mutación que han tenido con el transcurrir de los años.

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